That should be me
Hola a todos, traigo aquí algo nuevo, Un fanfic que probablemente no será muy largo, los capítulos son cortos y bastante sencillo.
Surgió una tarde sin previo aviso...
Iré tratando de subir a este blog todos mis fics y escritos, así que si les apetece leer, espero que les agrade
Resumen: Una amistad extraña que surge de un incómodo momento. La amistad se convierte en un sentimiento dando oportunidad a dejar a los sueños volar. Tom sin quererlo se enamoró de quien no debía, deseaba lo que no le pertenecía y solo se limitó a mirar.
Título: That should be me.
Clasificación: +16
Advertencia: Incesto no relacionado. Slash, violencia física y emocional.
Género: Romance, comedia. (Algo así como lo que siempre escribo) Biorg, BillxTom.
Disclaimer: Los nombres de los personajes no me pertenecen, la historia es mi autoría.
Capítulo 1
uno
Las clases
habían terminado, ese día era viernes para la buena suerte de Tom, dentro de su
muy mala suerte.
Iba molesto, el
día escolar no había terminado como él supuso.
Janet, la chica
que había estado pretendiendo por mucho tiempo, ahora se había morreado con un
tío con el que Tom siempre tenía pique. Y para colmo, se había armado todo un escándalo
en el edificio de la universidad, ya que
el chico en cuestión era bisexual y según ser rumoreaba tenía novio, pero su sexapil
superaba la información para las chicas, importándoles un cacahuate que el
chico también se liara con otros chicos.
El tío era
demasiado popular, era un perfecto imbécil, de esos que tienen mierda en el
cerebro, pero que son tan guapos que a nadie le importe que no les funcione ese
lugar donde debería estar ubicado el
cerebro. Sus ojos verdes enloquecían a las chicas, sus músculos, su abdomen
bien formado, su ancha espalda, sus
robustos hombros, pero lo que más les llamaba siempre la atención, era esa melena,
la cual portaba con tal orgullo que no solo era digna de mirar, sino de
admirar.
Tom caminaba a
pasos agigantados a la parada del bus que
le llevaría a casa.
Estaba
simplemente harto, y solo quería llegar y tumbarse en su cama, encerrarse en su
habitación después de destrozar una almohada y dormir. Su padre seguro y no
estaba.
El bus quedaba
a dos calles. Pero el cielo estaba nublado y temió que las nubes quisiesen
descargar, así que… aceleró su paso. No pretendía mojarse después de todo.
Mientras
avanzaba, unos chico se acercaron y Tom volteó con disimulo. De nuevo, más chicos patéticos.
Eran de esos
imbéciles que siempre estaban buscando provocar a los otros.
Los chicos
sonreían tramando algo y Tom se percató de ello. Pensó que tal vez le harían
alguna travesura, y para cuando quiso voltear de nueva cuenta, ellos tiraron de
la aza de la mochila de Tom, aventándolo al mismo tiempo contra el suelo y
provocando que se cayese de boca, al igual que todo el contenido dentro de su
mochila.
—Hijos
de puta. El lunes me la pagarán. — vociferó al vacío, puesto que ellos ya se habían alejado lo suficiente como
para no escucharle, mientras reían divertidos y volteaban a ver a Tom hacia
atrás con maldad.
Tom
se alzó, maldiciendo entre dientes y sacudió sus pantalones.
Este,
definitivamente no había sido su día, y
lo peor, es que faltaba mucho para que terminara.
Levantó
todo completamente enojado, gruñendo, con el semblante ofuscado y la mandíbula
tensa.
Y como si el destino tuviese algo en contra
suya, las gotas comenzaron a caer con desespero.
—Mierda.
— Tom se quejó.
Comenzó a
correr a la parada, ahí, había un pequeño techo el cual le cubriría y paredes
de plástico, además de una incómoda banca de concreto, pero al fin y al cabo no
permitiría que se mojara.
Las gotas
dejaron de caer sutiles, para atacar ferozmente. Se habían convertido en pequeños misiles que
caían sin piedad, de gran tamaño y a gran velocidad.
—Mierda.
A
solo una calle estaba y toda la gente que caminaba aquietada por las aceras, desapareció dejándola completamente vacía.
Tom
sacó un carpeta de su mochila antes de cruzar la calle y la utilizó como un
pequeño cielo para cubrir su cabeza. Sería un caos si se le mojaba mucho y
tardaba en secarle.
Maldijo
de nuevo y puso sus pies a toda marcha, hasta que finalmente llegó, dando un respingo al entrar bajo el techo y resguardarse.
La
gente simplemente se había desaparecido, e incluso los autos no estaban en
marcha como de costumbre transitando por la calle.
Comenzó sacudirse la polera y los pantalones
maldiciendo como una vez más.
—Maldita
lluvia, solo eso me faltaba, que ahora vinieras a joderme el día, justo cuando…
Y
de pronto un sollozo le hizo callar.
—Snif,
snif…
Era
un sonido sutil, pero llanto al fin y al cabo.
Se
giró y vio como una persona estaba encima de la banca, recargada en una de las
paredes de la parada del autobús, sujetando fuertemente sus piernas flexionadas
con los brazos. El cabello echado encima de su cara, cubriéndole y los sollozos
ahogándose en su garganta.
Tom
no dijo nada y se giró de nueva cuenta.
Lo
mejor en esos casos, era ignorar, sí, ignorar.
Total, él no conocía a esa persona y no buscaba meterse en más problemas
y menos ajenos.
Buscó
su reproductor de mp3 y lo sacó de uno de los bolsillos de su pantalón,
apresurado tomó los audífonos e insertándolos
en sus orejas, para así, darle play al pequeño aparato que le distrajese de
ese incómodo momento.
Si
la lluvia no estuviese cayendo a cántaro, Tom se alejaría lo más rápido que sus
pies le fueran posibles, pero la lluvia parecía no dar tregua, al contrario, se
había convertido en más atroz.
Maldijo
en silencio y giró su brazo para ver la hora. El autobús debía de estar pasando
justo en ese momento. ¿Por qué mierda se estaba tardando? Y se reprochó
mentalmente. Él ya sabía la respuesta, cuando la lluvia azotaba, los autos
siempre se iban más lento por precaución, así era siempre, pero en ese momento
lo único que quería era largase de ahí,
sino, terminaría angustiándose por la persona que lloraba tras de sí.
Giró con
disimulo y miró de soslayo, aun lloraba, aunque ya nada escuchase, puesto que un rapero
le gritaba dentro de las orejas. Bushido le cantaba sin cesar.
Se giró y le
entró remordimiento.
¿y si el camión
llegaba, esa persona se iba a quedar ahí, sola?
¿y si le había
pasado algo grave o muy feo y no tenía quien le tendiera la mano?
Su día no había
sido precisamente muy lindo, pero tampoco se encontraba bajo esa condición, al
grado de llorar a mares.
No, no, no,
Tom, déjate de mierdas, se gritó en el casi inaudible dialogo mental.
Bushido parecía
estar bajando su voz, puesto que sus pensamientos eran demasiado elevados y lo
superaban.
—
¿Estás bien? — dijo antes de que si
quiera lo pensara, girando su cuerpo en dirección a quien lloraba.
Cerró
sus ojos como arrepentido, había sido algo tan espontaneo.
¿Y
si se metía en problemas?
—
¡Vamos! no me voy a quedar aquí. ¿Necesitas algo, dinero para el camión…? —
dejó la pregunta abierta, esperando una continuación.
—No,
gracias —había respondido a duras penas, entre sollozos y moqueos sin siquiera
alzar la vista —, estoy bien.
—Vale,
ya lo veo —dijo Tom a regañadientes, girándose de nueva cuenta —. Seguramente muy bien. —dijo más bajo, para sí
mismo. Volvió a mirarle, aun no le había visto el rostro.
Elevó
más la música. De pronto era como si Bushido disminuyese la voz.
—Puto
Bushido. — se quejó y quitó las pequeñas bocinas de sus oídos dándole ‘stop’ a
la música.
El
remordimiento estaba comenzando a carcomerle y
el camión a aproximarse.
—El
camión ya viene. — le informó. Pero no obtuvo respuesta.
Era
impresionante como una calle podía quedar tan vacía de pronto y la lluvia
atizar, especulando murmullo con su caer, pero cuando se trataba de algo como un llanto, parecía que el sonido se
desvanecía, dando así, rienda libre a elevarse el sonido del sufrimiento.
Y un nuevo sollozo se escuchó.
—Dime
— dijo Tom sentándose a su lado — ¿Estás perdido, necesitas algo? Quizá te
pueda ayudar, si quieres te presto algo de dinero, el camión no cuesta tanto.
—Lo
hizo de nuevo. — apenas se escuchó su voz quebrada salir por la cuerdas bucales
de quien lloraba.
—
¿Qué? —Tom estaba confundido.
—Me
prometió que no lo iba a hacer de vuelta, y lo hizo.
Tom
hizo un gesto extraño ¿De qué mierda
hablaba?
—Bueno,
como sea — dijo apresurado, el autobús estaba que ya no quedaba tiempo de
escucharle y la lluvia no dejaba de caer
brutal — aquí te dejaré esto por si no tienes para el autobús — dijo
soltando una monedas sobre la banca— Me tengo que ir, y en serio, lamento lo
que haya sido.
Tom se puso de
pie, y dos chicos salieron corriendo de bajo de un árbol frente a la parada.
Que supuso esperaban el camión como él, pero más inteligentemente se habían ido
para no verse comprometidos con quien lloraba por una atención de ayuda.
Muy listo de su
parte.
El camión llegó
finalmente, y Tom subió primero, para después los chicos ingresar tras de él.
Se sentó en un
asiento vació, uno de los pocos que
quedaba, y era exactamente del lado donde estaba la parada.
Sin querer echó
un vistazo por el rabillo del ojo a través de la ventanilla y las gotas
que caían sin parar. Miró de nueva
cuenta, viendo como apenas se le miraba el rostro cuando lo alzó sutilmente en
su búsqueda, era el único que se había encontrado ahí y que le había hablado, así
que no podía estar buscando a nadie más, dejando ver solo surcos de rímel
tiñendo sus mejillas de negro, entre los mechones de cabello que le
obstaculizaban los ojos.
Algo se oprimió
en su pecho al verle y el coraje le bajó,
quedando completamente en el olvido.
Esa persona
estaba sufriendo en verdad.
Giró su vista
al frente. —Ignorar, siempre ignorar. — se repitió en voz baja.
Una anciana que
viajaba en el asiento de un lado le miro frunciendo la frente y Tom le retó con
la mirada, obligándola a voltearse. Sus pintas no le ayudaban mucho cuando de
niños o ancianos se trataban.
Intentó no
pensar más en eso. No era de su incumbencia. Pero no podía evadir esa vocecilla que sonaba dentro de su cabeza.
¿Sería tan insensible
de dejarle ahí, a sabiendas que ya se había animado a hablarle? Tal vez unas cuantas palabras. Tal vez solo
necesitaba soltarlo y así se recuperaba.
Volvió a verle,
ahora su cuerpo se convulsionaba en un llanto doloroso, que podía sentirse de solo
verle, hundiendo más su cabeza entre las rodillas… Y el camión avanzo mientras los ojos de Tom se quedaron en el
mismo sitio.
El
remordimiento se acrecentó… pero no, no le conocía, no debía de sentir nada. Sin
embargo era inevitable.
Para ese
momento, la voz le gritaba que era un ‘despiadado’.
—
¿Porqué, porqué mi hiciste así? — se quejó en voz alta, mirando al techo del
autobús en un tono que suponía reproche. Como si se estuviese quejando con la
fuerza sobre humana que le hacía tener sentimientos y remordimientos justo en ese momento.
—
¿Qué me mira? — le gritó a la anciana que le volvía a mirar con desaprobación. —
¿Qué acaso nunca ha visto a nadie maldecir solo?
El
camión había avanzado pocas calles. Y de pronto Tom se había puesto de pie,
mientras ya su dedo pulsaba el botón que indicaba la parada.
A
la siguiente parada el autobús se detuvo, dejando bajar a Tom, que comenzó a
empaparse casi inmediatamente después de poner un pie fuera del camión.
¿Qué
mierda pasaba por su cabeza? ¿Por qué lo estaba haciendo? Ni si quiera tenía
respuesta para sus preguntas, pero no podía ignorar, no después de haber
escuchado su desgarradora voz que le había confiado algo. No podía dejarle y
hacer como si nada. No era esa clase de persona, que puede ver a otros en una
situación sumamente difícil y si estaba dentro de sus posibilidades solo un
poco de ayuda, dejarla sufriendo sin más.
Tomó
la mochila entre sus brazos y con fuerza la sujetó contra su pecho, buscando
así, que no se mojara lo que estaba en su interior y emprendiendo camino contra la lluvia.
Comenzó
a correr, solo habían sido tres calles, pero era lo suficiente para que
terminara con las ropas completamente empapadas. Sobre todo, que ahora
comenzaba a granizar y el viento a soplar avivadamente haciendo que temblase de frió Miraba a las calles al cruzar, apenas viendo, puesto que la lluvia se
había intensificado tanto que solo se veían siluetas de color gris además de
los pequeños hielos que golpeaban como pequeños cristales.
Tal
vez había sido un error bajarse.
Tal
vez solo debió ignorar, como se había dicho a sí mismo, pero simplemente no
pudo hacerlo, era más fuerte la voz en su interior.
Corrió
hasta que llegó. Aún estaba ahí y seguía llorando en la misma posición que la
que le vio la última vez.
****Trataré de ir actualizando pronto****