Hola, cómo están? Espero bien. Hoy subo el capítulo dos(2) de este nuevo fic: That should be me... Me tiene bastante ilusionada estar publicando nuevamente. Así que espero estar continuamente subiendo.
Espero lo disfruten.
Para leerlo dar click en:
Dos
Tom
corrió hasta que llegó. Aún estaba ahí y seguía llorando en la misma posición
que la que le vio la última vez.
—
¡Hey! ¿No piensas ir a casa? —soltó de
pronto espantando de nuevo a la persona que aún seguía llorando.
—
¿Has vuelto? —alzó su vista con pleno asombro, con la cara completamente hinchada,
dejando ver que tenía mucho tiempo llorando. Con los ojos rojos y la boca del
mismo color.
—Sí,
bueno, parece que a final de cuentas se me apeteció mojarme.
—
¿Pero si ya te habías ido?
—Es
que… —Tom se rascó la nuca, no sabía ni que responderle y su cara no dejaba que
él olvidase que el chico aún estaba mal—
volteé a ver la hora y no es tan tarde. Tengo un poco de tiempo. —no supo que más decir, y
lo primero que cruzó por su mente emitió su boca. Había sido un comentario de
lo más estúpido, pero al menos, no se
había quedado callado. Además que no iba
a decirle que sintió pena y que era tan buen samaritano que se había bajado
solo para ver si podía ayudarle a sentirse mejor, aunque de cualquier manera él
no se sentía un buen samaritano.
—Te
puedes enfermar, estás completamente empapado. —Apenas balbuceó.
—No
es para tanto, ya vez que dicen que así se agarran defensas con la lluvia y
pues… — se encogió de hombros restando importancia, mientras se acercó un poco
más —me gusta estar sano. —De sus rastas escurrían gotas al igual que de sus
ropas, solo su mochila había salido bien librada.
Ahora
viéndolo, Tom se daba cuenta que era un chico, de complexión delgada y que
usaba maquillaje, aunque este ya estuviera completamente disperso por todo su
rostro. Ya había dejado de llorar, al parecer había logrado distraerlo.
—Vaya,
eres raro. —El chico se giró y se
volvió a recargar sobre la pared,
desolado.
Las
monedas estaban intactas en el mismo sitio que Tom las había dejado, de soslayo
miró que ni si quiera se había molestado en tocarlas.
—Y
bien… — articuló Tom nervioso, mientras el
chico le miró extrañado. No era nada fácil entablar conversación con un completo
desconocido y menos cuando este había
estado llorando sin parar y con rastros
aun— ¿Qué es lo que te hicieron? —se atrevió a decir con titubeo.
Y
de nuevo el chico se tiró a llorar, cogió su mochila entre los brazos y la
apretó con fuerza, subiendo de vuelta las piernas dobladas sobre la banca y
abrazándolas mientras hundía su cabeza.
Una
vez más, se había puesto mal en cuestión
de nada.
Tom
rodó los ojos con vacilación, no estaba ahí solo para verle llorar y aunque le
era cansino todo, no se iba a marchar, se había bajado de autobús, ahora le
tocaba aguantarse.
—Vamos,
deja de llorar, ya estabas mejorando.
—No
quiero cansarte, tal vez sea una estupidez para ti. —dijo entre sollozos.
—Aunque
sea una estupidez te hará bien el
soltarlo, soy un desconocido, no hay problema. Puedes decirme lo que sea.
El
chico elevó su cabeza y miró a Tom.
—
¿En serio?
—Sí,
vamos, dale. —le animó. Tom ni si quiera se dio
cuenta cuando le puso una mano sobre la espalda a modo de consuelo y al
descubrirlo deseó quitarla, pero se
vería mal y el chico tal vez se sentiría peor de lo que ya se encontraba.
—Es
que lo volvió a hacer, me volvió a traicionar.
—Vaya,
pues al menos no eres el único. Las tías son asquerosas e infieles… Malditas. — dijo entre dientes aventando las
manos al aire, completamente enfadado, mirando a la calle. Se identificó tanto
al escuchar la palabra ‘traicionar’. Él así se sentía, traicionado por Janet,
aunque nunca habían sido novios realmente.
—Pero
no me refiero a una chica.
—A
¿no?
—No,
hablo de mi novio.
—¡Oh!—
dijo Tom moviendo la cabeza como si de una afirmación se tratase, mientras su
vista de desviaba al suelo. Eso era incómodo. No supo más que decir, puesto que
era algo no muy fácil de lidiar para él, y se quedó callado.
—Si
ya no quieres que te siga contando, está
bien, lo comprendo.
Tom
se dio cuenta de cómo había sido el tono de voz que empleó, tal vez le había
evidenciado demasiado de que no le estaba interesando mucho después de todo.
—No
está bien, es que… No sé qué decirte. Yo… la verdad nunca he tenido novio. —
sonrió medianamente… Apenado y
divertido.
—Me
imagino. — respondió rodando los ojos y haciendo un escáner sobre él. Estaba
comenzando a respirar más tranquilo y sus ojos ya habían dejado de brotar
lágrimas nuevamente.
El
chico al mirarle se dio cuenta que su empapado acompañante era hetero, seguro no le entendería, pero era
mejor estar en su compañía que completamente solo.
—¿Entonces
estás así por eso, por un tío?
—¿Hay
algo peor que te rompan el corazón? —
preguntó el este a modo dramático, arqueando las cejas, como si se le hiciese imposible de pensar que
había alguna otra cosa más dolorosa. Era tanto lo que le había dolido la escena
al ver como su novio lo humillaba traicionándolo públicamente, que solo había
salido corriendo, llorando con tantas
ganas, terminando en el primer sitio al que había llegado.
—
¿Qué… te rompan una pierna? — respondió
Tom titubeante a modo de pregunta con cierta inseguridad. Solo esperaba que ese chico no se levantase y
le diera una tremenda hostia por dársela de gracioso. Pero era una forma de
hacer que escapara de ese estado.
El
chico le miró con los ojos como platos y de pronto se puso tan serio. Tom se sintió más estúpido si se podía. Él
definitivamente no era bueno ayudando a la gente y menos con mal de amores. Ni si quiera tenía una vida amorosa como para
aconsejar, menos una estable, ni si quiera con chicas, a las que según él medianamente comprendía, así que le era mucho más difícil poder entender una
relación entre dos hombres, simplemente le era… demasiado confuso y en parte
algo desagradable.
—Jajaja.
—Estalló una carcajada por parte del que lloraba— No lo había visto de ese modo.
Tom
se sintió aliviado y rió a la par, pero la risa le duró apenas unos segundos,
cuando el chico dejó de sonreír.
Comenzó
a limpiarse con el anverso de la mano los surcos negros, manchando así más su
cara. Su gracioso comentario había servido de algo.
—Si
mira, un corazón roto se te recupera, conoces a otra persona y asunto arreglado
y si no, pues el tiempo siempre ayuda y una pierna no, no importa cuanta gente
conozcas, no se te podrá arreglar, a menos que sea un cirujano demasió poderoso
y que tengas una buena pasta para pagar, aunque ni si quiera eso podría
salvarte del todo.
El chico volvió
a sonreír.
Tom se sentía
estúpido diciendo aquello, pero al menos le había sacado de su mundo depresivo,
y se sintió orgulloso por ello.
—Tal
vez tengas razón — respondió llevándose la mano a la pierna y palmeando un poco
esta — esta sí que no se me salvaría si fuera un corazón. — apenas dijo,
mientras la miraba.
—Ves,
es lo que te digo.
—Gracias,
eres divertido. — alzó su vista y sonrió.
—
¿Divertido? De que vas tío, soy patéticamente aburrido. — Tom alzó los brazos,
haciendo un ademan como tirándole a loco.
Y
volvió a reír.
—Gracias
por volver.
—Ni
que lo digas. Si no he vuelto precisamente por ti, ya te dije, se me antojó
mojarme bajo la lluvia, pero luego comenzó a granizar y tuve que meterme aquí
justo cuando pasaba.
El
chico bajó su rostro y volvió a tallar sus ojos.
Finalmente
no lloraba.
Tom
abrió su mochila y sacó una pequeña bolsita de allí.
—Ten.
— dijo extendiéndosela. Era una pequeña bolsa con pañuelos desechables.
—Gracias.
— la tomó y sacó uno de los pañuelos, comenzando a limpiar su rostro con él.
Después
de limpiarse se sentó más erguido y posó su mochila sobre su regazo. Le tendió
de vuelta la bolsa, Tom la tomó de vuelta y la metió a su mochila.
Tom
estaba nervioso, eso era incómodo hasta para la persona más social, mucho más
para él quien no tenía muchos amigos, solo unos cuantos que no le juzgaban por
su apariencia.
Por
como lucía fuera de la parada, permanecería allí algo de tiempo. La lluvia
seguía cayendo sin cesar y el granizo igual.
Volteó
y le vio, el chico estaba ahora sentado
viendo el piso, con la vista perdida pero con el mismo deje de tristeza y la
espalda ligeramente encorvada. Al igual que su estado de ánimo, completamente
vencido.
—Bueno…
— Tom volteó, se aclaró la garganta captando así la atención de su acompañante
—Yo soy… soy Tom. — dijo sonriendo y mirándole.
—Mucho
gusto, soy Bill. — le extendió la mano y
ambos la estrecharon
Ambos
rieron y se soltaron de las manos. Era realmente incómodo, y ya no había mucho
de qué hablar. Pero Tom se sentía satisfecho de al menos haber logrado que ya
no llorase más. Ahora faltaba solamente esperar a que la lluvia se calmara y
que el autobús que lo llevara a casa pasara de nuevo.
—Y…
¿estás en la Uni? — dijo Bill señalando
en dirección en donde estaba el grupo de edificios.
—Sí.
—Genial—
dijo rodando los ojos —, ahora todo el
mundo se enterará. Bueno, al menos más de los que ya saben.
—Oye,
¿qué te pasa? ¿Crees que soy un boca suelta?
—Bueno,
yo… no quise decir eso. Pero supongo que luego le contarás a alguno de tus
amigos, me señalarás y se terminará
sabiendo que yo estaba aquí llorando.
—Aunque no me conozcas y no tengas confianza en mí, ten por seguro
que no le diré nada a nadie.
—
¿En serio? — A Bill se le iluminaron los ojos — Es que en verdad me apena mucho
y no quiero que nadie más se entere, ya bastante tuve hoy con lo que sucedió.
—Vale,
prometo no decir nada. — dijo Tom
poniendo su mano derecha sobre el lugar donde estaba su corazón por encima de
su pecho. La bajó y se quedó pensativo — ¿Y que fue exactamente lo que te hizo
el tío ese?
Bill
le miró, como agradeciéndole. El estarlo hablando le estaba ayudando mucho, más
que Bill no tenía muchos amigos. Su novio era un patán posesivo que hacía lo
que le viniera en gana, pero cuando se trataba de él, le espantaba amigos y
amigas, si no es que se los follaba antes.
—Mi
novio va en otro salón y pues… fui a buscarlo, tenía una hora libre, ya sabes, quise sorprenderlo, pero el sorprendido fui
yo, cuando llegué estaba besando a otra
persona. Fue fatal — dijo con pesadez mirando un punto en la nada. Rememorando
todo en su mente. Los ojos comenzaban a aguarse de nueva cuenta, y su vos
sonaba quebrada, pero para la buena suerte de Tom, no volvió a llorar de la
misma forma — lo peor de todo fue que me vio y siguió haciendo lo suyo,
importándole un bledo que yo le estuviese viendo.
—Qué
tipo tan asqueroso y cínico.
—Lo
sé. Soy un verdadero imbécil.
—No
es que lo seas, él si lo es.
—lo
sé.
—Si
en verdad te quiere no debería hacer eso… además, ¿dijiste… lo volvió a hacer o fue mi imaginación?
Bill
negó, le costaba tanto admitir que su novio simplemente no cambiaría y después
de aceptar aquella primera infidelidad, vinieron muchas más, mientras que él
siempre le perdonaba.
—No
fue imaginación tuya, él ya lo había
hecho antes.
—
¿Y sigues con él a pesar de eso?
—Es
que yo le quiero, además no es fácil encontrar alguien que le quiera a uno
también.
—bueno,
él no está demostrando quererte, tu tampoco deberías hacerlo. — Bill comenzó a
mirarle feo — Calma tío, no quise decir eso, pero, deberías tratar al menos de
ver que él se sienta mal por lo que te
ha hecho, nadie merece que le traicionen.
—
¿Lo crees?
—Claro.
La traición es solo actitudes de gente insegura, en este caso él se ha de
sentir tan poca cosa que necesita hacer eso para engrandecer su ego.
—No
lo creo, él no es inseguro.
—Pero
algo en el fondo ha de haber. Si tiene a alguien consigo, para que buscar lo
que ya tiene.
—No
lo sé, nunca se lo he preguntado.
—Y
no necesitas hacerlo. Eso es como algo lógico, tu estas bien con alguien y si
esa persona está bien contigo es reciproco. Si no, se manda todo a la mierda y
te buscas alguien más, ten por seguro que siempre hay un roto par aun
descocido.
—Eres
gracioso. — dijo sutilmente riendo.
—
¿Lo soy?
—Mucho.
Ambos
se miraron y sonrieron.
—Solo
espero que no le digas a tu novio nada de lo que te estoy diciendo.
—No,
como crees, se lo tomaría a mal y luego te golpearía.
—
¿Golpearme? — dijo Tom con cara de sorprendido y los ojos como platos.
—Sí,
él es un poco… violento, es muy posesivo, de hecho si nos viera hablando vendría
a ver de qué y estaría acosando con la mirada, ya le conozco. — soltó Bill con
reproche.
—Bueno,
él no debería exigir tanto si no da lo mismo.
—Eres
una buena persona. Anie siempre me dice lo mismo.
—
¿Es amiga tuya?
—Sí,
creo… bueno, lo era.
—
¿Ya no lo es?
—No,
supongo que terminó hartándose y se dio por vencida.
—
¿Por… culpa de él también? — dijo Tom deduciéndolo.
—Ella
siempre me estaba diciendo cuanto coraje le daba el ver cómo me utilizaba según
ella, pero yo sé que él me quiere. Los fines de semana viene a casa, me lleva a cenar de vez en cuando y
cuando me besa, me dice que me quiere mirándome a los ojos. Si no fuese verdad
no podría sostenerme la mirada.
Tom
deseó darle un golpe en la cabeza ¿Cómo podía ser tan iluso? ¿Cómo podía
creerle a tal grado solo por sostenerle la mirada? Al menos, él lograba
sostener la mirada a pesar de estar mintiendo, incluso a su padre.
—la
verdad es que no debería creer en él solamente porque te sostiene la mirada,
las cosas se demuestran con hechos, yo puedo mentir mirando a los ojos. Ahora mismo te podría decir que el cielo es de color
verde sin si quiera parpadear y no por
eso será cierto.
—Pero
no creo que él jugara con algo tan importante como el querer.
—
¡Vamos!, eres un chico también. Los
hombres podemos mentir sin tocarnos el corazón.
—Yo
no.
—Tú
eres tú y él es él, no son iguales, y por lo visto creo que son demasiado
diferentes. Así que no trates de pensar que él reaccionará como tú lo haces.
—y
de nuevo, Anie. ¿La conoces?
—
¿Anie? — Tom hizo una mueca — la verdad no me suena, creo que no conozco
ninguna Anie.
—Igual
y te caería bien.
Los
minutos se había detenido para Tom, quien no sintió pasar el tiempo, incluso,
ya había parado de llover, pero ahora se sentía bien al ver su buen resultado.
El chico ya no lloraba y podía hablar del tema con completa tranquilidad.
—Seguro,
si piensa como yo, ha de ser una chica lista.
—Jajaja.
Dice lo mismo. ¿Seguro no será tu hermana?
—No,
no tengo hermanas.
—Vale.
— respondió Bill, y de pronto se hizo el silencio. Ambos se miraban y evadían
al mismo tiempo su vista. Era extraño pero ya no más incómodo, ya había quedado atrás ese momento.
—
¿Y vives lejos? — preguntó Tom.
—No
mucho, tomo el autobús y me deja cerca. ¿tu si vives cerca?
—Tampoco,
también tomo el autobús, bueno, creo que lo viste.
—Es
verdad, lo había olvidado.
Y de nuevo el silencio. Era algo desesperante.
—Ya
dejó de llover. — dijo Tom no muy convencido de dejarle. Pero tenía que irse
tarde o temprano.
—Sí.
— Bill le miró y sonrió — Gracias por haber venido. Todos pasaban y solo mejor
se iban para no tener que ver lo dramático que me miraba llorando aquí.
—Tampoco
ha sido mucho, así que no agradezcas. Además ya te había dicho, no es que yo
haya venido a voluntad propia, fue solo una coincidencia, quería bañarme bajo
la lluvia.
De
nuevo sonrió.
—Ahora
sí creo que me voy a ir a casa. — emitió Tom.
—Bueno,
nos vemos. A lo mejor y alguna vez nos encontramos en los pasillos, solo… no le
digas a nadie que me viste.
—Vale,
lo haré, ni una palabra. Es más, yo ni te conozco. — Tom extendió la mano a
modo de trato y el chico la tomó.
No
se conocían y tal vez no se volvería a ver.
***
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