sábado, 16 de febrero de 2013

That should be me



That should be me



Hola a todos, traigo aquí algo nuevo, Un fanfic que probablemente no será muy largo, los capítulos son cortos y bastante sencillo.
Surgió una tarde sin previo aviso...
Iré tratando de subir a este blog todos mis fics y escritos, así que si les apetece leer, espero que les agrade





Resumen: Una amistad extraña que surge de un incómodo momento. La amistad se convierte en un sentimiento dando oportunidad a dejar a los sueños volar.  Tom sin quererlo se enamoró de quien no debía, deseaba lo que no le pertenecía y solo se limitó a mirar.



Título: That should be me.
Clasificación: +16
Advertencia: Incesto no relacionado. Slash, violencia física y emocional.
Género: Romance, comedia. (Algo así como lo que siempre escribo) Biorg, BillxTom.
Disclaimer: Los nombres de los personajes no me pertenecen, la historia es mi autoría.




Capítulo 1


uno


Las clases habían terminado, ese día era viernes para la buena suerte de Tom, dentro de su muy mala suerte.

Iba molesto, el día escolar no había terminado como él supuso.

Janet, la chica que había estado pretendiendo por mucho tiempo, ahora se había morreado con un tío con el que Tom siempre tenía pique. Y para colmo, se había armado todo un escándalo en  el edificio de la universidad, ya que el chico en cuestión era bisexual y según ser rumoreaba tenía novio, pero su sexapil superaba la información para las chicas, importándoles un cacahuate que el chico también se liara con otros chicos.

El tío era demasiado popular, era un perfecto imbécil, de esos que tienen mierda en el cerebro, pero que son tan guapos que a nadie le importe que no les funcione ese lugar donde debería  estar ubicado el cerebro. Sus ojos verdes enloquecían a las chicas, sus músculos, su abdomen bien formado, su ancha espalda,  sus robustos hombros, pero lo que más les llamaba siempre la atención, era esa melena, la cual portaba con tal orgullo que no solo era digna de mirar, sino de admirar.

Tom caminaba a pasos agigantados a la parada del  bus que le llevaría a casa.





Estaba simplemente harto, y solo quería llegar y tumbarse en su cama, encerrarse en su habitación después de destrozar una almohada y dormir. Su padre seguro y no estaba.

El bus quedaba a dos calles. Pero el cielo estaba nublado y temió que las nubes quisiesen descargar, así que… aceleró su paso. No pretendía mojarse después de todo.

Mientras avanzaba, unos chico se acercaron y Tom volteó con disimulo. De nuevo, más  chicos  patéticos.
Eran de esos imbéciles que siempre estaban buscando provocar a los otros.

Los chicos sonreían tramando algo y Tom se percató de ello. Pensó que tal vez le harían alguna travesura, y para cuando quiso voltear de nueva cuenta, ellos tiraron de la aza de la mochila de Tom, aventándolo al mismo tiempo contra el suelo y provocando que se cayese de boca, al igual que todo el contenido dentro de su mochila.

—Hijos de puta. El lunes me la pagarán. — vociferó al vacío, puesto que  ellos ya se habían alejado lo suficiente como para no escucharle, mientras reían divertidos y volteaban a ver a Tom hacia atrás con maldad.

Tom se alzó, maldiciendo entre dientes y sacudió sus pantalones.
Este, definitivamente no había sido su día,  y lo peor, es que faltaba mucho para que terminara.
Levantó todo completamente enojado, gruñendo, con el semblante ofuscado y la mandíbula tensa.

 Y como si el destino tuviese algo en contra suya, las gotas comenzaron a caer con desespero.

—Mierda. — Tom se quejó.

Comenzó a correr a la parada, ahí, había un pequeño techo el cual le cubriría y paredes de plástico, además de una incómoda banca de concreto, pero al fin y al cabo no permitiría que  se mojara.

Las gotas dejaron de caer sutiles, para atacar ferozmente.  Se habían convertido en pequeños misiles que caían sin piedad, de gran tamaño y a gran velocidad.

—Mierda.

A solo una calle estaba y toda la gente que caminaba aquietada  por las aceras, desapareció dejándola  completamente vacía.

Tom sacó un carpeta de su mochila antes de cruzar la calle y la utilizó como un pequeño cielo para cubrir su cabeza. Sería un caos si se le mojaba mucho y tardaba en secarle.

Maldijo de nuevo y puso sus pies a toda marcha, hasta que  finalmente llegó, dando un  respingo al entrar bajo el techo  y resguardarse.

La gente simplemente se había desaparecido, e incluso los autos no estaban en marcha como de costumbre transitando por la calle.

Comenzó  sacudirse la polera y los pantalones maldiciendo como una vez más.

—Maldita lluvia, solo eso me faltaba, que ahora vinieras a joderme el día, justo cuando…

Y de pronto un sollozo le hizo callar.

—Snif, snif…

Era un sonido sutil, pero llanto al fin y al cabo.
Se giró y vio como una persona estaba encima de la banca, recargada en una de las paredes de la parada del autobús, sujetando fuertemente sus piernas flexionadas con los brazos. El cabello echado encima de su cara, cubriéndole y los sollozos ahogándose en su garganta.

Tom no dijo nada y se giró de nueva cuenta.

Lo mejor en esos casos, era ignorar, sí, ignorar.  Total, él no conocía a esa persona y no buscaba meterse en más problemas y menos ajenos.

Buscó su reproductor de mp3 y lo sacó de uno de los bolsillos de su pantalón, apresurado  tomó los audífonos e insertándolos en sus orejas, para así, darle play al pequeño aparato que le distrajese de ese incómodo momento.

Si la lluvia no estuviese cayendo a cántaro, Tom se alejaría lo más rápido que sus pies le fueran posibles, pero la lluvia parecía no dar tregua, al contrario, se había convertido en más atroz.

Maldijo en silencio y giró su brazo para ver la hora. El autobús debía de estar pasando justo en ese momento. ¿Por qué mierda se estaba tardando? Y se reprochó mentalmente. Él ya sabía la respuesta, cuando la lluvia azotaba, los autos siempre se iban más lento por precaución, así era siempre, pero en ese momento lo único que quería  era largase de ahí, sino, terminaría angustiándose por la persona que lloraba tras de sí.

Giró con disimulo y miró de soslayo, aun lloraba,  aunque ya nada escuchase, puesto que un rapero le gritaba dentro de las orejas. Bushido le cantaba sin cesar.

Se giró y le entró  remordimiento.
¿y si el camión llegaba, esa persona se iba a quedar ahí,   sola?
¿y si le había pasado algo grave o muy feo y no tenía quien le tendiera la mano?

Su día no había sido precisamente muy lindo, pero tampoco se encontraba bajo esa condición, al grado de llorar a mares.

No, no, no, Tom, déjate de mierdas, se gritó en el casi inaudible dialogo mental.
Bushido parecía estar bajando su voz, puesto que sus pensamientos eran demasiado elevados y lo superaban.

— ¿Estás bien? — dijo antes de que  si quiera lo pensara, girando su cuerpo en dirección a quien lloraba.

Cerró sus ojos como arrepentido, había sido algo tan espontaneo.

¿Y si se metía en problemas?

— ¡Vamos! no me voy a quedar aquí. ¿Necesitas algo, dinero para el camión…? — dejó la pregunta abierta, esperando una continuación.

—No, gracias —había respondido a duras penas, entre sollozos y moqueos sin siquiera alzar la vista —,  estoy bien.

—Vale, ya lo veo —dijo Tom a regañadientes, girándose de nueva cuenta —.  Seguramente muy bien. —dijo más bajo, para sí mismo. Volvió a mirarle, aun no le había visto el rostro. 

Elevó más la música. De pronto era como si Bushido disminuyese la voz.

—Puto Bushido. — se quejó y quitó las pequeñas bocinas de sus oídos dándole ‘stop’ a la música.
El remordimiento estaba comenzando a carcomerle y  el camión a aproximarse.

—El camión ya viene. — le informó. Pero no obtuvo respuesta.

Era impresionante como una calle podía quedar tan vacía de pronto y la lluvia atizar, especulando murmullo con su caer, pero cuando se trataba de algo  como un llanto, parecía que el sonido se desvanecía, dando así, rienda libre a elevarse el sonido del sufrimiento.

 Y un nuevo sollozo se escuchó.

—Dime — dijo Tom sentándose a su lado — ¿Estás perdido, necesitas algo? Quizá te pueda ayudar, si quieres te presto algo de dinero, el camión no cuesta tanto.

—Lo hizo de nuevo. — apenas se escuchó su voz quebrada salir por la cuerdas bucales de quien lloraba.

— ¿Qué? —Tom estaba confundido.

—Me prometió que no lo iba a hacer de vuelta, y lo hizo.

Tom hizo un gesto extraño  ¿De qué mierda hablaba?

—Bueno, como sea — dijo apresurado, el autobús estaba que ya no quedaba tiempo de escucharle y la lluvia no dejaba de caer  brutal — aquí te dejaré esto por si no tienes para el autobús — dijo soltando una monedas sobre la banca— Me tengo que ir, y en serio, lamento lo que haya sido.

Tom se puso de pie, y dos chicos salieron corriendo de bajo de un árbol frente a la parada. Que supuso esperaban el camión como él, pero más inteligentemente se habían ido para no verse comprometidos con quien lloraba por una atención de ayuda.

Muy listo de su parte.

El camión llegó finalmente, y Tom subió primero, para después los chicos ingresar tras de él.

Se sentó en un asiento vació,  uno de los pocos que quedaba, y era exactamente del lado donde estaba la parada.
Sin querer echó un vistazo por el rabillo del ojo a través de la ventanilla y las gotas que  caían sin parar. Miró de nueva cuenta, viendo como apenas se le miraba el rostro cuando lo alzó sutilmente en su búsqueda, era el único que se había encontrado ahí y que le había hablado, así que no podía estar buscando a nadie más, dejando ver solo surcos de rímel tiñendo sus mejillas de negro, entre los mechones de cabello que le obstaculizaban los ojos.

Algo se oprimió en su pecho al verle  y el coraje le bajó, quedando completamente en el olvido.

Esa persona estaba sufriendo en verdad.

Giró su vista al frente. —Ignorar, siempre ignorar. — se repitió en voz baja.  

Una anciana que viajaba en el asiento de un lado le miro frunciendo la frente y Tom le retó con la mirada, obligándola a voltearse. Sus pintas no le ayudaban mucho cuando de niños o ancianos se trataban.

Intentó no pensar más en eso. No era de su incumbencia.  Pero no podía evadir esa  vocecilla que sonaba dentro de su cabeza.

¿Sería tan insensible de dejarle ahí, a sabiendas que ya se había animado a hablarle?  Tal vez unas cuantas palabras. Tal vez solo necesitaba soltarlo y así se recuperaba.

Volvió a verle, ahora su cuerpo se convulsionaba   en un llanto doloroso, que podía sentirse de solo verle, hundiendo más su cabeza entre las rodillas…  Y el camión avanzo  mientras los ojos de Tom se quedaron en el mismo sitio.

El remordimiento se acrecentó… pero no, no le conocía, no debía de sentir nada. Sin embargo era inevitable.
Para ese momento, la voz le gritaba que era un ‘despiadado’.

— ¿Porqué, porqué mi hiciste así? — se quejó en voz alta, mirando al techo del autobús en un tono que suponía reproche. Como si se estuviese quejando con la fuerza sobre humana que le hacía tener sentimientos y remordimientos  justo en ese momento.

— ¿Qué me mira? — le gritó a la anciana que le volvía a mirar con desaprobación. — ¿Qué acaso nunca ha visto a nadie maldecir  solo?

El camión había avanzado pocas calles. Y de pronto Tom se había puesto de pie, mientras ya su dedo pulsaba el botón que indicaba la parada.

A la siguiente parada el autobús se detuvo, dejando bajar a Tom, que comenzó a empaparse casi inmediatamente después de poner un pie fuera del camión.

¿Qué mierda pasaba por su cabeza? ¿Por qué lo estaba haciendo? Ni si quiera tenía respuesta para sus preguntas, pero no podía ignorar, no después de haber escuchado su desgarradora voz que le había confiado algo. No podía dejarle y hacer como si nada. No era esa clase de persona, que puede ver a otros en una situación sumamente difícil y si estaba dentro de sus posibilidades solo un poco de ayuda,  dejarla sufriendo sin más.

Tomó la mochila entre sus brazos y con fuerza la sujetó contra su pecho, buscando así, que no se mojara lo que estaba en su interior y emprendiendo camino  contra la lluvia.

Comenzó a correr, solo habían sido tres calles, pero era lo suficiente para que terminara con las ropas completamente empapadas. Sobre todo, que ahora comenzaba a granizar y el viento a soplar avivadamente haciendo que temblase de frió  Miraba a las calles al cruzar, apenas viendo, puesto que la lluvia se había intensificado tanto que solo se veían siluetas de color gris además de los pequeños hielos que golpeaban como pequeños cristales.

Tal vez había sido un error bajarse.
Tal vez solo debió ignorar, como se había dicho a sí mismo, pero simplemente no pudo hacerlo, era más fuerte la voz en su interior.

Corrió hasta que llegó. Aún estaba ahí y seguía llorando en la misma posición que la que le vio la última vez.





 ****Trataré de ir actualizando pronto****








wibiya