Cuando amar duele
Clasificación: +16 (posiblemente más adelante cambie a +18, pero no lo tengo claro)
Adevertencias: ninguna
Genero: Romance, drama. Twc- no relacionado, UA.
Fecha de publicación: 26 de febrero 2011
Terminado: No
Fecha de actualización: 21/03/2011
Prologo
Él día de ayer, me quedé parado viendo mi armario, estaba hecho un completo desastre. Comencé a sacar todo de él. Sacando cartones viejos llenos de libros, ropa algo desordenada, revistas y álbumes fotográficos.
Los coloqué fuera de este. De pronto, sentí la necesidad de tomar uno de aquellos cartones y hurgar que era lo que guardaba en su interior. Ya ni lo recordaba.
Como si se tratarse de un misterio por resolver, lo abrí desdoblando los cuatro lados que figuraban una tapadera.
Estaba lleno de papeles y álbumes viejos todos empolvados.
Los comencé a sacar uno a uno, pero uno de ellos llamó mi atención. Era el de cuando estudié en el bachillerato…
“1999”
Lo abrí con nostalgia encontrándome las fotos y los recuerdos de mis viejos amigos, de mis años de aventura, de los que más he disfrutado hasta este momento.
Comencé a recorrer las páginas llenas de imágenes plasmadas de momentos felices. Hasta que me tope con su foto.
Lo foto de aquél chico que cambió mi mundo. Aquél por el que me volví loco.
Tantas cosas vinieron a mi mente, tantos recuerdos.
Me situé nostálgico sosteniendo entre mis manos aquella foto en la que salíamos juntos, un día antes de la graduación.
¿Qué hubiera pasado si ese primer día del año escolar hubiera seguido mi destino? ¿Qué habría pasado si hubieses rechazado el roce de sus dedos aquella noche? ¿o él beso que me robó y que yo consentí que lo siguiera?
Bien dicen que recordar es vivir, y al abrir este álbum yo reviví todo aquello.
Qué hubiera pasado…
Capitulo 1
"Cambiando el destino"
Lunes 16 de agosto 1999.
Hoy era mi primer día de clases… bueno no precisamente el primero. Mejor dicho este sería el primer día del último año escolar del bachillerato y por lo tanto era de nervios como siempre. Uno, porque en este año, a todos nos separaban en especialidades, y en las vacaciones mis amigos y yo no nos pusimos de acuerdo en cual especialidad iba a tomar cada quién. Por lo tanto podríamos quedar desparramados en salones distintos… Tenía unos nervios insufribles.
Pero el consuelo de todo, es que con este año terminaría la tortura del bachillerato.
Entre una vez más a la escuela, mi escuela, en donde había vivido prácticamente los últimos dos años de mi vida y en donde había conocido a mis mejores amigos, viviendo experiencias tan divertidas, tristes y de todo tipo. Habíamos pasado por mucho, amistades, pleitos, reconciliaciones, amoríos, pero nada, nada había podido romper esa amistad tan genuina que nos procesamos…
En el grupo éramos 7. Dulce, Silvania, Fahara, Lareymi , Georg, Wendy y yo.
Siempre de inseparables y yendo juntos a todos lados. También había otros que se juntaban con nosotros, pero en sí, el grupo lo integrábamos nosotros… a donde iba uno, íbamos todos.
Me acerqué a las listas que estaban justo debajo del la oficina del director para buscarme en las listas cual salón me tocaría.
-Con permiso- iba abriéndome paso entre todos los aglomerados. Cuando intentaba caminar choqué con alguien.
-¡fíjate por donde caminas!- dijo amenazante. Lo dejé pasar porque sabía que de igual manera todos estábamos algo estresados y desesperados por conocer el salón que nos tocaba. El tío con el que había chocado era un tanto extraño, llevaba una banda en la frente y gorra cubriéndole las rastas, además de una camiseta bastante grande, ya lo había visto en otras ocasiones en la escuela, creo.
Ignoré el tema. ¿Donde estarían mis amigos? Pensé en silencio.
Buscaba con la vista entre los tumultos de jóvenes y nada.
Me acerqué abriéndome paso entre ellos para estar de frente a la pizarra en donde estaban publicadas aquellas listas con los nombres de cada uno y el aula asignada, al igual que la especialidad.
Yo había tomado informática, siempre me había llamado la atención las computadoras y su mundo complejo a pesar de no conocerlas, por lo mismo tenía tanta curiosidad sobre ellas. Los dos anteriores años, el maestro de informática nos llevaba al aula en donde estaban situadas las computadoras y el muy holgazán con tal de no enseñarnos ni batallar, nos dictaba para que escribiéramos en la libreta. Pero en la especialidad, todo era distinto, los maestros enseñaban en verdad, y eso, eso era lo que yo quería. Aprender de verdad. Por lo mismo ahora estaba empeñado en aprender a usar bien una computadora.
Busqué mi nombre en la lista.
Kaulitz, Kaulitz, Kaulitz, buscaba mi nombre y no lo encontraba.
Por fin, después de estar buscando incesantemente en las listas vi mi nombre. Bill Kaulitz. Aula 501, Informática.
Busqué en la misma lista que estuvieran los nombres de mis amigos. Repetía su nombre en mi cerebro, intentando hacer que al pronunciarlo en silencio apareciera en el mismo lugar al que me habían asignado.
Pasé las listas de la especialidad de informática y nada. ¿Dónde los habían puesto a estos cabrones? Seguramente se habían anotado en otra especialidad con tal de no tomar matemáticas. Porque en el fondo todos son unos perezosos. Siempre me buscaban para que les pasara las tareas y los trabajos, y yo siempre de menso, pasándoles todo lo que yo hacía en casa. Con tal de que no los castigaran y con todo el cariño que les tenía, nunca me importó ofrecerles lo mío.
Y el primer nombre hizo acto de presencia. Dulce Arizmendi. Ahí estaba mi mejor amiga. Ella es la que había estado conmigo en las buenas y en las malas, para todo, para lo que sea cuento con ella. ¡¡¡Administración!!!
Coño, no pudo haber agarrado, física, la muy pesada y floja, ¿o dibujo? No, había tomado el camino fácil. Administración.
Bueno ahí iba una, apenas. Pensé en el interior, tragando saliva y esperando que los demás no estuvieran ahí.
Seguí buscando en la misma lista de administración haber si de casualidad encontraba a alguno de mis otros amigos ahí, y para mi sorpresa, estaban toda la bola de baquetones. Todos se habían anotado en donde mismo, y yo, era el único que estaba aparte… ¿todos estarían juntos y yo quedaría a la deriva con un montón de desconocidos? Nonono.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo. No quería volver a pasar por lo mismo, no quería estar solo de nuevo y sentirme en verdad como en el primer patético día de clases, de todas maneras al siguiente año, el año que entrara a la universidad lo tendría que vivir. No quería volver a sentirme como un bicho raro, como un pez fuera del agua. Tenía que buscar la manera de estar con ellos.
Que haría sin los jalones de pelo de mi trompuda. Mi trompuda aclaro, es mi mejor amiga: Dulce.
-Administración- dije por lo alto con tono cansado. La administración en realidad, nunca me ha gustado del todo. Pero… un pequeño esfuerzo por estar con mis amigos, valdría la pena hacerlo.
Me retiré de ahí, de entre el tumulto que me asfixiaba en busca de su nombre en las listas.
Que haría. ¿Valdría en verdad la pena tomar administración para estar con ellos?
“mi pequeñito, no sé qué haría sin ti si te me fueras” “eres mi mejor amigo, y a dónde vas tú voy yo”
Eran las frases que mis amigos melosos me decían en broma y no tan en broma.
No podría estar un año completamente sin ellos a sabiendas que estarían en otro salón y otro edificio distinto al mío en la misma escuela. ¿Qué haría yo sin ellos?
Venga, sería una decisión tomada.
Camine con emoción por la precipitada decisión a la oficina del director.
-Carmelita… ¡buenos días!- saludé con entusiasmo.
Carmelita era la secretaria y la encargada principal de la oficina… ella me conocía muy bien y hasta cierto punto se llevaba conmigo. En el salón de clases, cuando alguien cumple años, solemos comprar un pastel, y como el cancel de la escuela siempre está cerrado después de la hora de entrada, yo comencé convenciéndola con la promesa que le daría una rebanada de este, y ella accedió. Así fue como comenzó una amistad entre ella y yo. Después por las llamadas que la rectoría me mandaba, los concursos, la beca, y los eventos. Cuando estuve en primer año, fue el organizador del día del estudiante, y para sorpresa mía, me eligieron como candidato para el rey de la fiesta y para sorpresa mía gané con mayoría de votos.
-Buenos días Bill- saludó igual, un poco ajetreada con tanto papeleo que tenía encima de su escritorio. -¿Qué te trae por aquí?- seguro se imaginaba que mi visita el primer día no sería pura casualidad ni mera cortesía.
-hay Carmelita… - me quedé pensativo, sonriendo apenado, era el primer día y ya la iba a molestar con favorcitos como de costumbre, pero ella sería mi única salvadora, y la oportunidad de no perder el año lejos de mis compañeros de toda la vida, bueno no de toda la vida, pero si lo que yo sentía que había querido más - es que…-
-¿Qué favor quieres?- sonrió resignada. Me conocía tan bien, que era lógico mi presencia el primer día de clases y antes de la primera hora.
-hay Carmelita… es que me da pena contigo, pero… ¿me podrías cambiar a administración?-
-¿Qué has elegido muchacho? ¿y para que te quieres cambiar si ya había elegido otra cosa?... sabes de sobra que eso no se puede hacer-
Me quedé meditabundo, sobreactuando sufridamente para ver si le daba algo de lastima y lo hacía, sabía que estaba en sus manos poder hacer el cambio, el primer día siempre era la revolución con papeles, alumnos queriéndose cambiar… de hecho había una larga fila para ello, pero con mis influencias yo había traspasado esa fastidiosa fila en donde eran atendidos por una incauta que no sabía nada.
-lo sé… es que, dulce y los demás están en administración y yo elegí informática-
-Bill, ¿por eso es que te quieres cambiar?-
-¿quieres una mentira o la verdad?-
-ya, va, piensa que es tu futuro-
-lo sé, y sé también que por mi futuro lo estoy haciendo, no soportaría saber que están en otro salón, separados de mí, tu sabes cómo nos queremos- me sinceré. En verdad era una amistad que sentía que traspasaba barreras… yo a mis amigos los amaba con toda mi alma.
-haber…- dijo con resignación buscando entre una pila de carpetas que estaba situada encima de su escritorio -déjame ver qué puedo hacer- se mantuvo buscando entre las pilas de carpetas algo que no sabía que era con precisión. – ¿apellido? –
-Kaulitz- solté con un hilito de emoción. Buscó entre las carpetas y tomó una de ellas.
-¿administración dijiste?- yo asentí. Sacó una hoja y escribió una notita. Se sentó frente al escritorio abriendo la página principal del sistema en la computadora.
-Kaulitz, Kaulitz- repitió en voz alta –aquí esta- un nudo en el estomago sentía que me invadía, un nudo de nervios, ¿realmente me cambiaría, lo haría? - bueno, ya está listo, nada más que si mañana vienes y me dices que te regrese a sistemas, que sepas que no lo haré ¿vale?- Asentí con toda la emoción que podía tener acumulada. De la emoción me acerqué y le di un beso en la mejilla y casi doy un salto.
-¿Qué salón me toca?- pregunté con una enorme sonrisa al saber que estaríamos de nuevo juntos todos, como siempre, como desde la primera semana a la que entramos al bachillerato.
-503- soltó con una mirada de regaño -¿piensa lo que estás haciendo? ¿Ellos lo harían por ti?- por mi mente no cruzó jamás la idea de dudar de ellos, ni de su leal amistad.
-claro que sí- aseguré. No atinaba a pensar que no hicieran por mí, lo mismo que yo acababa de hacer por ellos.
Salí de ahí con una sonrisa radiante… con la satisfacción de saber que este último año sería increíble, inolvidable, pero no imaginaba que tan inolvidable podía llegar a ser.
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